La isla de Fuerteventura es un auténtico paraíso, de eso no cabe duda.
Sus paradisiacas playas, sus Montañas ancestrales, su geología… Tiene mucho por dar a todos esos curiosos que siempre quieren saber más. Y es que Fuerteventura siempre guarda rincones que sorprenden.
Hoy queremos hablarte de rincones que no suelen ser tan llamativos pero que merecen una visita durante tus vacaciones en la isla.
Los Acantilados de Tindaya
Si visitas la montaña mágica de Tindaya, un lugar donde los antiguos majos realizaban sus rituales, te recomendamos seguir dirección noroeste y dirigirte hacia el mar.
A unos 7 km del pueblo, por una carretera de tierra, encontrarás una casa en ruinas. Aparca y dirígete hacia el acantilado (en google maps está indicado).
Es una zona en la que la bravura del mar se hace notar. Hay que ir con mucho cuidado, pues es una zona bastante peligrosa. Las ensenadas han sido son resultado de la acción de las olas y es poco recomendable intentar acceder a ellas.
Un lugar para dejarse llevar por el sonido de las olas y la tranquilidad.
El barranco de los Encantados
Al sur del pueblo de Lajares encontramos el Barranco de los Encantados o de los Enamorados. La regresión del mar, las erupciones volcánicas, los vientos…, han dado forma a esta zona considerada de bien patrimonial de alto grado de interés paleontológico, geológico, paisajístico, e histórico-cultural en general. Tiene una gran relevancia científica, ya que se trata de la localidad donde se ha hallado por primera vez una especie nueva para la ciencia de gasterópodo terrestre perteneciente al género Cochlicella.
La conservación de los afloramientos del Barranco de los Enamorados, junto con las dunas antiguas ricas en fósiles del Cuaternario, es esencial para entender los procesos geológicos que han intervenido en la formación y en la evolución reciente de Fuerteventura.
Un paisaje único, pues ningún barranco de Canarias presenta un paisaje similar, con dunas fósiles excavadas por el agua.
La ruta por este barranco es circular, bastante sencilla para hacerla con niños. Unos 6 kilómetros por un paisaje singular, que recomendamos realizar temprano, pues no hay mucha sombra los días de calor.
Montaña de Escanfraga y Cueva del Llano
Con sus 529 metros, Montaña Escanfraga tiene el cono volcánico más alto de Fuerteventura. Lugar que resultó ser el más propio para realizar las vigías y estar preparados ante los ataques piratas a los puertos de la época. Los vestigios encontrados en la montaña nos demuestran que era un lugar de culto para los antiguos majos, al igual que la montaña de Tindaya. Incluso se hacían sacrificios, pero que siguen siendo un misterio a día de hoy.
Si te animas a subir a lo alto y disfrutar de las vistas, estamos seguros de que no te arrepentirás. Aunque si lo tuyo no son las alturas, esta montaña guarda en sus entrañas otro lugar reconocido entre los majos, la Cueva del Llano. Un tubo volcánico de unos 650 metros, de los que podemos recorrer unos 400 (parte abierta al público).
El lugar está bastante deteriorado, pues a lo largo de la historia ha tenido diferentes usos, lo que ha hecho peligrar su ecosistema. Antes de adentrarse en el recorrido de la cueva, los visitantes podrán descubrir en el centro de interpretación toda la variedad geológica de Fuerteventura
Pinar de Betancuria
Han sido muchos los intentos de reforestar esta zona. De convertir el desértico paisaje de Fuerteventura en un bosque verde. Sin embargo, muchos de los intentos han sido en vano. Son casi 90 años del inicio de este proyecto, en el que la sequía propia de la isla no lo ha puesto fácil. Predomina el pino canario. Hubo una época en la que se plantaban hasta 200 pinos al día, traídos desde Gran Canaria, y con todas las esperanzas puestas en el cielo para que ayudara en este utópico sueño que, por fin, en los últimos años ha dado sus frutos.
Pero todo tiene su historia. El objetivo, no era solo el salvaguardar el suelo contra la degradación, sino también dar salida a una abultada masa obrera en paro, y conseguir frenar la fuerte emigración que sufría la isla por aquel entonces.
Gran parte de los taxones plantados se perdieron por las persistentes sequías y el pastoreo abusivo de las cabras. Eso, sumado a la sequía, hizo que en los años cincuenta se dejara el proyecto que comenzó a finales de la II República. Sin embargo, sí que se siguió repoblando las cumbres de la isla, aunque sin insistir en el pino canario y dando paso a plantas endémicas.
Está situado muy cerca de la villa histórica de Betancuria y representa el único monte catalogado de utilidad pública de la isla. Cuenta con un merendero, donde se puede hacer asaderos y disfrutar del relajante ambiente que nos da este pequeño oasis.
Laberinto de Wolf Patton
Para visitar esta maravilla creada por el hombre, nos tenemos que ir hasta el Cotillo, a unos tres kilómetros de la costa. Fue diseñado por el artista y músico germano Wolf Patton. Unos dos meses invirtió este artista en crear este laberinto hecho con piedra que está inspirado en el laberinto gótico de la catedral de Chartres (Francia).
Con sentido único, se trata de un laberinto que trata que el viajero conecte consigo mismo, pues cuenta con un único sentido. Unos tres kilómetros de recorrido en un paraje peculiar y a la vez que insólito, que guarda algo místico que nos hace conectar los dos hemisferios del cerebro por igual.
Un recorrido al atardecer, con la luz del atlántico, crea un viaje interior más espiritual. Al final del camino y bajo unas piedras, se encuentran las cartas de los numerosos viajeros que se han aventurado a realizar el camino.
Ya tienes excusas para volver a Fuerteventura. Siempre tiene algo más que ofrecer. Cambiar las paradisiacas playas por un picnic en el Pinar de Betancuria; un viaje espiritual por la costa del Cotillo o los Acantilados de Tindaya; conocer un poco más sobre los antiguos pobladores o sobre la geología de la isla. Fuerteventura tiene planes para todos.
Vídeo: FuerteParaíso
Fotos: - laardillavoladora.com - Fuertevidorra - DAMIANO PREGNOLATO - Guidetocanaryislands.com
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